En la vida de todo corredor o corredora siempre llega ese momento en el que a alguien le inspira vernos correr y nos dice yo también quiero correr *enséñame*, y por lo menos yo, aunque ya tengo 3 años de experiencia, no me siento con la confianza de decir mirá, tenés que empezar con técnica y trote suave un par de veces a la semana y de ahí ya le vas agarrando confiancilla, básicamente porque no estudié Ciencias del Movimiento Humano.
Pero, alguna vez me dijeron que sirviera aunque sea de mal ejemplo, y por mis inicios en el atletismo realmente soy un muy buen mal ejemplo. Hay varios errores que uno puede cometer por desconocimiento, por ingenuidad o bueno, por ser medio baboso, y hoy vamos a enlistar 7 de esos errores fatídicos a la hora de empezar a correr.
[INTRO]
Correr, trotar o caminar puede parecer un deporte sumamente simple que cualquiera podría realizar sin necesitar entrenamiento o guía, di solamente cómprese unos zapatos y salga. Pero la verdad no es tan así.
Como en todo, hay varios detalles que debemos de tomar en cuenta, que obviamente al principio desconocemos y de ahí es donde metemos la pata. En varios casos debido a esos errores de novato, pues básicamente hasta ahí llegó la experiencia del atletismo.
Por esto es que queremos enumerar esta serie de errores que nos consta que a alguien por ahí le han sucedido, y talvez de esta forma ya podemos ofrecer una guía de cómo NO empezar a correr. Entonces sin más que decir, empecemos con las metidas de pata.
El primer error puede que sea el más común, es solamente querer correr. Como todo en el principio, nos emociona. Y ahí vamos, trotando 4 veces a la semana, sin entrenar otras partes del cuerpo porque pa' qué, y muchas veces sin una verdadera noción de cómo estamos entrenando, o sea simplemente corro y cuando ya no me da el aire camino.
Realmente esta forma de entrenar puede ser contraproducente, por eso hay que tener mucho cuidado con no emocionarse demasiado al inicio. Y esa frase aplica en muchos sentidos del atletismo.
Personalmente, ese fue mi caso al iniciar. Realmente no me importaba cuánta distancia iba a correr o qué tipo de ruta iba a seguir, solamente me quería desentender de mi realidad en ese momento y literalmente huir por una hora. Por otro lado, tampoco estaba siguiendo una rutina de ejercicio con la que entrenara otras partes del cuerpo que influyen en la trotada, simplemente corría y ya.
Al principio me funcionó porque lograba mi objetivo de alejarme de todo un rato, de conseguir ese momento introspectivo, pero con el paso de las semanas empecé a notar ciertas consecuencias.
En segundo lugar, usar un calzado o indumentaria inadecuados. Es cierto, muchas veces vamos a alguna tienda y vemos ropa o zapatos deportivos bien bonitos, pero que tienen un precio realmente volado. Y entonces pensamos que en la casa tenemos unos zapatillos ahí guardados que podrían aguantar mientras empezamos a correr, o que por ahí habíamos visto una pantaloneta que se puede usar. Pero no.
En serio que es mucho mejor conseguirse ropa deportiva que se ajuste a nuestras necesidades y con la que nos sintamos bien. En el caso de los zapatos, es bien importante que sepamos cuál es nuestra talla, para comprar uno o dos números más alto.
Esto porque necesitamos que nuestros pies tengan espacio dentro del zapato, sino vamos a desgastar alguna parte de éstos, como por ejemplo la parte superior cuando quedan muy tallados, o vamos a estar esforzando mucho al pie y obvio eso va a desencadenar en lesiones.
El otro tema es que hay demasiadas marcas, y sí, preferiblemente la compra que hagamos tiene que ser de una marca que conozcamos porque al final lo barato sale caro. En cuanto a zapatos, solamente puedo hablar por las marcas que he usado: mis primeros zapatos fueron Puma, y la verdad aguantaron bastantes años, unos 6 años más o menos, donde los usé moderadamente, pues eran mis inicios y ni siquiera corría por gusto, o ya de plano estuvieron en desuso por meses con tintes de años.
Después, llegaron los zapatos con los que he hecho prácticamente todas mis carreras, de la marca New Balance. Estos fueron realmente cómodos, y sumamente resistentes porque me han aguantado los 3 años y medio de experiencia que tengo, más de 600 kilómetros incluyendo entrenamientos, y fue hasta la semana pasada que se me destapó un pedacillo de suela.
Y actualmente uso la marca Asics, estos apenas van para 7 meses de uso y son muy muy suaves. Eso me gusta mucho porque me hace mejorar la técnica rápidamente, y me deja pegar esos aceleronazos en el momento que quiera, sin resentirme demasiado y por lo menos hasta ahora sin dejarle daños a los zapatos.
En cuanto a la ropa, la verdad no tengo marcas preferidas. Lo mejor es conseguir una pantaloneta o buzo que no sea ni muy ajustado ni demasiado flojo, ambos pueden causar desconcentraciones o incomodidades mientras corremos. Y con las camisas, pues ahí realmente queda al gusto de cada quien, la verdad llega un punto en el que si uno se inscribe a mucha carrera hasta dejamos de comprar camisas porque el 95% de las carreras presenciales traen camisa del evento como parte del kit.
Después, algo que es inevitable al iniciar en el atletismo son los dolorcitos, pero el error principalmente es ignorarlos. Vamos a ser sinceros, como en cualquier ejercicio o deporte va a haber dolor, la vida es dolor (?)
Pero existen dolorcitos normales, y dolores que ya hay que tomarse un poco más en serio. Algunos dolorcitos normales pueden ser dolor de pies, dolor como de magullado en las piernas sobre todo al bajar gradas y hasta cierto punto dolor de rodilla puede ser "normal".
El límite es cuando ya de plano la molestia no nos deja caminar por ejemplo, o cuando es muy constante, tipo qué raro, siempre después de trotar me duele la rodilla izquierda. Ahí es importante que notemos el patrón: revisemos el calzado, veamos qué tipo de ruta estamos haciendo, notemos nuestro paso mientras trotamos, entre muchas otras variables.
También tenemos que acostumbrarnos a calentar debidamente antes de iniciar la trotada, incluso si solo queremos caminar, y por supuesto, cuando regresemos debemos hacer ejercicios de estiramiento justamente para evitar lesiones.
Y otra cosa, no hay que tenerle miedo al fisioterapeuta, es recomendable hacerse descargas eléctricas cada cierto tiempo, e igual podemos conseguirnos un Foam Roller, o este chunche, con el cual podemos fomentar la recuperación muscular así como mejorar su amplitud y movimiento.
Se recuerdan lo de *voz lenta* "qué raro, siempre después de trotar me duele la rodilla izquierda" *voz lenta* pues ese fui yo a los 2 meses de haber iniciado a trotar en serio. En ese momento, pensé que me estaría acostumbrando a correr o que con más entrenamiento se quitaría. Por lo que seguí corriendo, y hasta aumente de kilometraje por entrenamiento. *multiple facepalm*
Claramente, esto me estaba haciendo todavía más daño. Y no fue hasta que una vez a media trotada ya el dolor era insoportable, y tuve que regresar medio cojeando a la casa. Eso no solo hizo que me doliera caminar por un par de días, sino que las siguientes semanas, por más que saliera a trotar solo 2 kilómetros, siempre me daba el mismo dolor. Y aún así me resistía a ir al fisioterapeuta porque para ser bien terco solo se necesita ser Rodríguez Fernández. Pero bueno, esa parte de la historia la sabremos en unos minutos.
Siguiendo con el próximo error, que en gran parte es causante de los dolorcitos: ignorar la técnica. Y aquí es donde la cosa se pone densa, porque aún para salir a caminar se debe de tener cierta postura y cierto ritmo de respiración. Ya si uno quiere trotar, pues hay todavía más detalles de postura, tipos de paso y demás detalles que no nos conviene para nada ignorar.
Para esto la recomendación sin duda es conseguirse un entrenador o una entrenadora licenciados, o bien unirse a un equipo de atletismo. No se preocupen, las películas siempre pintan como que unirse a equipos trae consigo mucha competitividad, ciertas burlas, envidias, que quien entrena es más estricto que una directora de colegio de monjas, y demás tramas adolescentes de película gringa. Pero en serio que no es así.
Yo me uní a un equipo de atletismo hace poquito más de año y medio, y ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida deportiva. Aún y con una pandemia de por medio. Solamente en los primeros dos meses, justo antes de lo que no debe ser mencionado, no solo hice muchísimas amistades con personas que compartían mi gusto por correr, sino que empecé a emplear técnica de verdad al trotar y en serio, la primer (y única) carrera presencial que hice en el 2020 fue mi mejor tiempo en 10 kilómetros.
Con respecto a consejos de técnica para trotar, pues lo que siempre digo es: sea consciente de su respiración, inhale por la nariz y exhale por la boca, inicie cualquier recorrido de menos a más, espalda recta pero ligeramente inclinada hacia adelante, brazos a 90 grados y manos entrecerradas (aquí no somos mascaradas corriendo [https://www.youtube.com/watch?v=8m-hARsNoMw&ab_channel=DouglasMar%C3%ADn 14s-35s]), y elevar bastante las rodillas al correr, cayendo preferiblemente con el metatarso, o la parte media de la planta del pie. Tranquilidad que solo con práctica uno entiende y ve los beneficios de esto.
Cambiando de tema, otro error sumamente común es hacer la misma ruta siempre, o seguir la misma rutina de entrenamiento siempre. Por raro que suene, los músculos tienen memoria. Eso significa, que si seguimos un mismo régimen para cada vez que entrenemos, más temprano que tarde ya no va a hacer mucho efecto que digamos.
Más o menos hacer esto sería como pretender que voy a aprender un nuevo idioma leyendo la misma página del diccionario todos los días, eventualmente me aprenderé esas palabras pero ¿realmente estoy aprendiendo el idioma?
Por esto es bien importante cambiar las cargas y los ejercicios al hacer rutinas, hacer énfasis en diferentes partes del cuerpo o diferentes tipos de ejercicio como calistenia, cardio, pesas, etcétera. Y si estamos corriendo, evitemos hacer la misma ruta siempre.
Con un cambio tan sencillo como hacer la ruta en el sentido inverso, ya es algo. Pero lo recomendable sería como salir 3 kilómetros un día, hacer 5 el otro, tener un fondo cada cierto tiempo, hacer bastantes cuestas un día, irse a la pista el otro. Obvio, todo esto según nuestros objetivos.
Y otro detalle a tomar en cuenta es que no siempre podemos hacer nuestro máximo esfuerzo. Por ejemplo, a mí me gusta la categoría de 10 kilómetros, pero no por eso debo entrenar 10K tres veces a la semana. Un entrenamiento de 2 kilómetros es tan importante como uno de 20 kilómetros, siempre y cuando tengamos objetivos claros para éstos y nos encontremos en las condiciones para realizarlos.
Ahora sí viene la hablada de paja, el sexto error de esta lista resume la historia de mi primer medalla: inscribirse a una carrera sin saber nada de atletismo. Para esto nos remontaremos a septiembre del 2017, recién llevada un mes trotando y todavía no me había jodido la rodilla. Muy casualmente, un día mientras navegaba en cierta red social, me salió un anuncio de una carrera a finales de noviembre, con categorías de 6 kilómetros y 12 kilómetros. Iniciemos un contador de metidas de pata sólo por diversión.
En ese momento no le di demasiada importancia, porque pensé "pa' que voy a pagar por correr". Pero por supuesto, las redes sociales persisten, y ese anuncio me salía una y otra vez. Lo seguí leyendo y cada vez veía que agregaban más detalles, que cronometraje, que refrigerio e hidratación al finalizar, que dorsal, que botella, que camisa del evento, y finalmente que medalla. Y ya ahí me llamaron la atención, por el diseño y porque hasta ese momento sentía que realmente no tenía algo que demostrara que me había esforzado por ser premiado, y además de que por la anécdota estaría gracioso.
Entonces ya la idea me estaba tentando, corría y pensaba, uh qué bueno ganarse una medalla por correr, pero dudo que llegue entre los primeros 3. Entonces un día busqué el susodicho anuncio y empecé a investigar más, y leí que la medalla la obtendrían todos los corredores inscritos en el evento, además de que lo recolectado en la carrera tendría fines benéficos, esa carrera fue: Cuidémonos Juntos de la Fuerza Pública, III edición.
Ya con esos detalles me convencieron, no había terminado septiembre y ya me había inscrito, adivinen a cuál categoría. Exacto, a 12 kilómetros. Y conste que para ese entonces yo no estaba trotando ni 6 kilómetros en total, es más ni lograba mantener el ritmo de paso. Pero vi esto como una oportunidad para retarme a mí mismo, si ganaba una medalla quería que fuera con mucho esfuerzo, y además me quedaban prácticamente dos meses para entrenar por mi cuenta.
Entonces, decidí que tenía que empezar a trotar más distancia pero que no entrenaría más de 10 kilómetros porque quería que la carrera fuera un reto. Y así lo hice, pase de trotar 4 kilómetros por entrenamiento a 7, y aunque sentía que me moría, cada vez lo hacía un poco mejor. Ahí fue donde empecé a sentir el dolorcito en la rodilla, y me hice el ruso.
Seguí entrenando y un día a mediados de octubre ya el dolor me superaba. ¿Qué fue lo que hice? Empecé a aplicar frío en la rodilla y le di una semana de descanso, cuando retomé hice 4 pero qué sorpresa, el dolor había vuelto con la misma intensidad. Esta vez no fui tan cabezón, busqué formas de aliviar dolor de rodilla en internet y me realicé descargas eléctricas en la zona con una maquinita que mis papás tenían.
Volví a trotar 4 kilómetros y aunque sentí molestia, no había dolor como tal. Por lo que pensé que había superado esa lesión, así que retomé los entrenamientos más constantes, además de que ya estaba iniciando noviembre y la carrera sería el domingo 19 de noviembre. Y así lo hice, pero qué sorpresilla, troté 8 kilómetros y regresé con dolor de rodilla.
Ya eso me preocupó, así que ¿fui al fisioterapeuta? NO. Decidí no trotar por un otra semana y volver a mis remedios anteriores. Según mi lógica, si hacía más descargas eléctricas, aplicaba más frío, y la semana antes de la carrera trotaba poquitos, iba a estar en perfectas condiciones para completar 12 kilómetros.
Para mi mala suerte, en esos poquitos que troté no sentí molestia. Y así llegó el 18 de noviembre, día antes de mi primer carrera de atletismo y día en el que entregarían el paquete de la carrera. El horario era desde las 10 de la mañana hasta las 4 de la tarde, el muchacho se fue faltando media hora para que cerraran. Cuando llegué al lugar, faltando algunos minutos para las 4, claramente no había nadie, pero veía que había gente dentro del local, así que esperé.
Y ahí llegó otro señor, a quien llamaremos Ramón, como de 50 años para retirar su kit de la carrera, que disque venía de trabajar y necesitaba llegar rápido a la casa para comer pasta y dormirse temprano. Entonces Ramón empezó a tocar la puerta insistentemente, hasta que salió una dependienta del local y para no hacer el cuento largo, nos darían nuestros kits en unos minutos porque ya habían cerrado.
En esos minutos el señor me empezó a contar su vida, se notaba que ya tenía experiencia en el atletismo y me contaba que él corría 21 kilómetros usualmente, entonces que esta carrera le venía bien como un entrenamiento. Cuando me preguntó por mi vida, le conté que esta sería mi primer carrera, que metí 12K y que lo más que había entrenado eran 8 kilómetros. Obviamente su reacción combinaba incredibilidad, sorpresa y mucha duda. Así que me empezó a dar muchos consejos, entre esos que solo hiciera 6 kilómetros.
En fin, abren la puerta y Ramón me pide entrar primero, la verdad me daba lo mismo. Le dieron su kit y ahí se fue contento. Era mi turno, me piden la cédula, verifican que estoy inscrito, me dan una bolsa de papel con algunos productos de patrocinadores, la camisa, el dorsal y hasta gacillas. Pero no veía lo que más me hacía ilusión, hasta sentí un hueco en el estómago porque pensé que ya se habrían acabado las medallas.
Entonces en eso como que hago que reviso la talla de la camisa, veo el fondo de la bolsa y cautelosamente digo: muchacha... y, ¿la medalla? Ante esto la muchacha y la otra compañera que estaba en la tienda se ríen, hasta que la muchacha nota que mi pregunta era en serio, porque a mí no me dio nada de risa. Y me respondió: diay muchacho, si quiere la medalla corra mañana.
Y así bien novato, agradecí y me fui a la parada de buses. Se estaba oscureciendo y el bus nada que llegaba, entonces se me ocurrió una idea realmente inteligente, devolvámonos caminando como entrenamiento pa' mañana. De por sí solo eran 3 kilómetros y no iba a correr, era solo caminar, nada iba a pasar. Pero pasó, la molestia en la rodilla regresó.
Eran como las 6 de la tarde, o de la noche, o como quieran. Y ahí estaba yo, comiendo pasta bien preocupado del dolor de rodilla. Mis papás me prestaron una rodillera y yo pensé que con cofalearme bien en la noche y antes de la carrera talvez podría evitar que me doliera.
Intenté dormirme temprano, pero eran como las 11:30 pm y no podía como concentrarme en dormir, al final dormí como 5 horas y media. Entonces me levanté a las 5 pasaditas, y la hora de salida de la carrera era a las 6 am. Me alisté, desayuné ligero, llené la botella con agua y me puse la rodillera. Llegué al punto de salida, el Ministerio de Seguridad Pública, faltando como 10 minutos para las 6, no me dio mucho chance para calentar entonces apenas hice algunos movimientos.
Tampoco esperaba que fueran tantas personas, eran por lo menos 700 personas y yo creí que seríamos 100 a lo mucho. Un minuto antes de que sonará el pitido de salida, realmente sentí mucha emoción, y eso es algo realmente especial que tienen las carreras presenciales. Ese sentido de competencia, pero al mismo tiempo de unidad con tantas personas desconocidas.
La ruta serían 6 kilómetros, en los que empezamos nada más y nada menos que escalando hacia Plaza Víquez, y me disculpan esta foto pero es que no encontré ninguna otra de la cuesta, usualmente no hay un poste a 45 grados sobre la calle. Para quienes no saben, esta cuesta tiene una longitud como de 200 metros y es realmente elevada.
Después de esto la ruta era bastante plana, ya que se dirigía hacia Barrio Luján, de ahí se llegaba a la Dos Pinos, donde también había una cuestilla por escalar, pero después era bajada o plano, llegando a la Rotonda de la Garantías Sociales y de ahí al Ministerio de Seguridad Pública de nuevo. Lo malo es que para los de 12K era hacer eso dos veces.
Al sonar el pítido de salida, empecé a trotar despacio, a ese ritmo subí hasta Plaza Víquez y me mantuve como hasta el tercer kilómetro, entonces empecé a sentir molestia en la pierna pero no le puse mucha atención. Simplemente empecé a caminar para evitarlo.
Obviamente eso era fatal para el tiempo, pero mi meta no eran los tiempos, era completarla. Cuando todo era bajada me sentí un poco más confiado y empecé a trotar a un mejor ritmo, pero la molestia aún estaba presente. Faltando poco para completar la primer vuelta, empecé a caminar, pero aquí noté algo que no sabía que sucedía, la gente que estaba viendo y los propios corredores me decían que no me detuviera, que yo podía.
En mi sorpresa, olvidé la molestia y seguí trotando, motivado por las personas a mi alrededor. Muchas personas incluso me aplaudían, seguro por la rodillera. Faltando 100 metros para completar esa primer vuelta, debía de tomar una decisión: o entraba al Ministerio de Seguridad para ver si me daban la medalla aunque no hubiera completado los 12K (probablemente sí) o seguía por la calle, pero una vez que tomara la decisión no habría vuelta atrás. La molestia ya se hacia notar bastante.
Y ahí iba, decidiendo cuál carril tomar, viendo como la gente seguía aplaudiendo y alentando en general. En un acto de seguridad en mi mismo combinado de cierto masoquismo estúpido, decidí seguir corriendo. De lo cual iba arrepentir 100 metros más adelante porque ya la molestia se convertía en dolor y debía escalar Plaza Víquez de nuevo.
De verdad que la adrenalina y que los aplausos de la gente hacen que uno saque fuerza que ni uno imagina que tiene, porque de alguna forma logré subir esa cuestota a un ritmo de trote lento. Pero después hubo un detalle con el cual no notaba, en cuanto entraba a Barrio Luján, noté que la cantidad de corredores se redujó por más de la mitad, y por ende ya no habían tantas personas alentando.
Ahí fui consciente del dolor de rodilla, y no tuve más opción que caminar. Lo hice como por un kilómetro, y cuando volví a pasar por la bajada sentí que podría trotar. Lo hice pero no fue consistente, de hecho no logré mantenerme trotando ni por 500 metros. Y todavía me hacían falta 3, mínimo.
Seguí caminando, y ya prácticamente iba solo en la ruta. Llegando a la calle que lleva a la Rotonda de las Garantías Sociales, por la Clínica, empecé a escuchar una ambulancia: era la última persona que estaba corriendo, estaban a 500 metros de mí. Y ahí mi meta ya no fue solo completar la carrera, sino no ser el último lugar.
Por miedo, empecé a correr, pero de nuevo no aguanté ni 500 metros, entonces así iba, caminaba 300 metros, corría 300 metros. Eso hasta que ya faltaba poco menos de un kilómetro, donde empecé a ver gente de nuevo, entre esos a muchos y muchas policías. Yo estaba caminando porque en realidad me dolía mucho la rodilla, pero los policías me dijeron: "Nada de caminar, usted puede correr VAMOS", y la presión social pudo conmigo.
Igual no pudo por mucha distancia, porque a los 100 metros no aguantaba la rodilla. Pero ya estábamos cerrando, ya eran solo 300 metros más, y habían más corredores adelante mío. Ahí sentí esa competitividad dentro de mí, una que para ser sincero nunca había sentido, y empecé a trotar. Supere a un corredor, luego a otro, y faltando 100 metros habían 2 más.
El dolor era fuerte pero ya no faltaba mucho, y quería ganarles a ellos dos. Empecé a correr un poco más rápido y pasé a uno, y faltando 50 metros tuve un pique con el otro, que en cuanto lo pase trato de seguirme pero no sé ni como saqué velocidad y logré llegar, con un tiempo de 1 hora con 33 minutos.
Cruzar la meta me pareció irreal, solo quería tirarme al piso y nunca más hacer esto en mi vida. Olvidé el dolor por completo, me dieron el refrigerio, la hidratación que necesitaba bastante porque hacía como 4 kilómetros me había acabado mi botella, y el momento que más esperaba, me pusieron la medalla.
No tengo palabras para describirlo, gratificante le queda corto. Me sentía fuerte, sentía que podría superar cualquier obstáculo y en esa época realmente necesitaba sentir eso, ya que correr era mi grito desesperado por salir de la depresión.
Al salir del Ministerio de Seguridad estaban mis papás esperándome, me estaban viendo con orgullo, y eso me llenó aún más. No podían creer que en serio hice 12 kilómetros, yo era el primero en no creérmelo. Fue ahí donde me tomaron esta foto, y aunque no se aprecia un carajo porque estoy muy lejos, es de mis fotos favoritas.
Lamentablemente, la adrenalina no dura demasiado tiempo en el cuerpo, por lo que a los 200 metros de regreso a casa ya estaba con ese dolor de rodilla increíble. Por dicha mis papás son mucho más sabios que yo, y regresamos en taxi a la casa.
Esta medalla me encanta por toda esta historia, aún y con todo lo que hice mal, la logré obtener y significa mucho. El hecho de que parezca una placa de policía es algo que también me gusta, y la verdad no podría hacerle un análisis gráfico objetivo. Solo puedo decir que me gusta el detalle de que la cinta sea de color amarillo y que no me gusta tanto texto en el anverso cuando bien pudo ponerse en el reverso, ya que este es liso.
Pasé una semana sin poder caminar bien, subir y bajar gradas era lo peor, no podía doblar la rodilla y hasta para dormir dolía. Poco a poco me fui recuperando y finalmente accedí a ir al fisio. No entrené como por un mes, hasta finales de diciembre, ya que vi el anuncio de otra carrera, esta vez de 10 kilómetros, que me gustó mucho, y así me convertí en corredor.
Ah cierto, me falta un error. Finalmente, el último error que tenemos en esta lista es: no intentarlo. Y sí, me quedé sin ideas para este último lugar, además de que así suena más motivador. Pero de verdad, no intentarlo sería el peor de los errores.
Correr fue algo que me transformó totalmente, una actividad por la que desperté muchas capacidades que ni siquiera sabía que tenía y que me ha dado experiencias muy valiosas. Incluso ahora mismo lo sigue haciendo, ya que si no lo hubiera intentado, no estaría aquí grabándome con este proyecto que me da tanta ilusión.
Y este error no solo aplica para correr, aplica para la vida en general. ¿Cuántas veces no hemos intentado algo por miedo, por pensar que no se nos va a dar bien o por qué dirán las personas?
¿Cuántas veces lo intentamos pero de mentiras? Tipo, esperamos a conseguirlo todo para hacerlo, o también esperamos al momento ideal para hacerlo, y si finalmente lo intentamos, al primer inconveniente lo dejamos. Pues eso no va a suceder, nunca lo vamos a tener todo para intentar algo que queremos, no existe el momento ideal. Y siempre habrán inconvenientes.
Pero de eso se trata, es justamente por esto que se logran los objetivos. Lo que usted más necesita para lograr lo que se propone es esfuerzo, el momento ideal para intentarlo es ahora, y la única forma de superar los inconvenientes es persistiendo. Algo así como ese dolor de rodilla desgraciado en toda la carrera.
Entonces la decisión es suya, de mi parte le voy a decir: yo creo que usted puede lograrlo.
En fin, volviendo al tema de correr. ¿Ya ha pensado en intentarlo?, y si ya lo hace, ¿qué tal fue su experiencia?, ¿cómo fue su primer carrera? Les esperamos en comentarios y si nos quieren hacer llegar las fotos de sus primeras medallas nos pueden contactar en Facebook, Instagram o incluso Twitter. De verdad queremos escuchar, o mejor dicho leer, sus historias.
Espero que hayan disfrutado del vídeo, nos vemos.